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No sabrás todo lo que valgo hasta que no pueda ser junto a ti todo lo que soy.

10.5.11


Le miró fijamente, se conocían desde hacía 20 años, siempre habían sido amigos, con sus más y sus menos, pero siempre ellos. Y ahora esto... Le miró fijamente, buscó comprensión en esos ojos que siempre le habían comprendido:
>No lo comprendes, ¿verdad?
>No, no lo hago -respondió friamente bajando la mirada.- Has cambiado
>Y tú, todo el mundo cambia, pero yo apenas e cambiado de amistades... ¿todo esto es porque Ella no te gusta para mi?
>Es porque jamás imaginé que pudiera atraerte gente así... supongo que no te conocía del todo
>Pero esto es lo que soy, tomame o marchate, aceptaré el dolor que ella me cause, que tú me causes... pero solo si merece la pena, ella intentará no lastimarme, inténtalo tú tambien... intenta compenderme... intenta comprenderla...
La tensíón se iba acumulando, ambos trataban de entenderse mutuamente... Y entonces Él comprendió la soledad... el verdadero sentido de esta, estar rodeado de gente que ni te comprende ni te acepta, tras 20 años discutian por eso, le dolió profundamente, no podía abandonar su mundo por una chica, ella tampoco era tan importante...
Pero no se marchó por ella, se marcho por él mismo, porque se estaba asfixiando, porque en sus momentos más tristes ellos no habían estado allí, la gente que había estado se fue hace tiempo, Él la dejó marchar hace tiempo...
¿Les quería? Obiamente sí, pero no merecía la pena intentar arreglar algo que ya estaba roto del todo...
Si no podian ver que Ella era especial, aunque solo lo fuera para él, aunque solo lo fuera a través de sus ojos, si no veían que eran felices juntos, más allá de los prejuicios, más allá de la opinion pública... Si no lo veían, no habían mirado bien.

3.5.11


Volvió andando relajadamente a casa después de una agotadora jornada en el instituto, le dolía la cabeza, probablemente a causa de una bajada de tensión, no comía nada durante toda la mañana, y eso es devastador.
Entró en la vivienda vacía, y en vez de comer, se sentó directamente en el teclado electrónico, ese aparato que transmitía con sensores los cambios de altura y que no solo imitaba al piano sino a muchos más instrumentos.
Acarició levemente una tecla que reprodujo un ''do'' dulce y delicado, colocó las manos y tecla tras tecla conformó una bella melodía con la que algún famoso compositor alcanzó la eternidad y eso le emocionó. Estaba tocando las notas surgidas del alma de alguien que ni imaginó que un pedazo de metal y otros de plástico fueran a reproducir sus melodías; estaba tocando una pieza escuchada por miles de personas en miles de épocas, y por la melancolía de la pieza, puede ue nunca escuchada por la persona para la que había sido escrita.
Una lágrima resbaló por su mejilla... y apagó el teclado.